jueves, 10 de agosto de 2017

LA ESCUCHA DEL CORAZÓN ♥♥🙏🙏

11 DE AGOSTO
VIERNES XVIII T.O.
Mt 16, 24-28



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"El que quiera venirse conmigo que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga"

En los días pasados la Palabra nos hablaba del miedo, ayer y hoy nos está hablando de la entrega.

Ayer nos hablaba de morir para dar vida, hoy nos habla de negarnos.

Tenemos que estar contentos cuando tenemos cruces, porque las cruces nos facilitan el camino de negación de uno mismo.

La espiritualidad no sigue los caminos del mundo sino los del Espíritu.

Para el mundo la negación de uno mismo es infelicidad pero para vivir según el Espíritu la negación de uno mismo es necesaria y da la única y verdadera felicidad.

Las cruces nos ayudan a ello, por eso tenemos que estar contentos cuando las tenemos.

Además, nosotros no sabemos qué cruz nos conviene para nuestra santidad, las cruces que nos da Dios nos facilitan la santidad porque Él sabe qué hemos de negarnos y nos envía lo más eficaz para ello.

La negación de uno mismo tenemos que hacerla con naturalidad. Lo mejor es dejar obrar al Espíritu y abandonarnos a Él.

Es importante reconocer nuestras cruces delante del Señor, dar gracias por ellas y pedir ayuda para vivirlas con paz.

Lo que quiere Jesús con ellas es quitarnos lo que estorba en nosotros que nos impide amar de verdad.

Y por supuesto lo que persigue Jesús es que nos unamos a Él y hagamos de nuestra vida una Eucaristía, ofreciéndonos al Padre con Cristo.

Igual que ayer, nos ponemos junto a santa María en la Cruz, para morir y dar fruto.

Yo soy como una niña y me abandono porque no sé hacer más.

Vivir la cruz es muy difícil. Me abandono en Jesús porque no sé hacer más.

María Dolores, virgen consagrada. Archidiócesis de Madrid.

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