1 DE OCTUBRE
DOMINGO XXVI T.O.
Mt 21, 28-32
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"Un hombre tenía dos hijos. Se acercó al primero y le dijo "Hijo, ve hoy a trabajar en la viña". Él le contestó "No quiero" pero luego se arrepintió y fue. Se acercó al segundo y le dijo lo mismo. Él le contestó "Voy" pero luego no fue."
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Muchas parábolas de Jesús hablan de trabajar en una viña. Es una metáfora muy sugerente porque el fruto de la vid en cada Eucaristía se transforma en la Sangre de Nuestro Señor.
Recoger las uvas y presentárselas al Dueño de la Viña es hacer de la vida un Ofertorio en el que presentamos el fruto de nuestro trabajo para que Jesús lo consagre.
La vida cotidiana se convierte así en Eucaristía, en ofrecimiento de la persona y de la vida al Padre, ofrenda del propio Cristo, que une nuestra pobreza a su Ofrenda infinita.
Recibir la invitación a trabajar en la Viña se convierte en invitación a ser Iglesia y a ser Eucaristía, a participar de la promesa de salvación y a dar la vida para que esa salvación llegue a todos, en unión con Cristo.
El Señor nos invita a ir a la Viña y se encuentra con nuestra pobreza, con nuestra pereza y nuestro pecado.
A veces decimos no y sí vamos. A veces decimos sí y no vamos. Lógicamente, es mejor lo primero, tenemos que evitar lo segundo. Pero todo tiene remedio, si hay arrepentimiento, ante la Misericordia de Jesús.
Hoy la Iglesia nos recuerda la invitación constante de Jesús a trabajar en su Viña, a ser Iglesia, a ser ofrenda.
También nos recuerda la Iglesia que tenemos limitaciones pero que lo importante es rectificar, como hizo el muchacho que dijo que no iba y sí fue.
Rectificando, el Espíritu nos hace humildes y además nos entregamos a Jesús.
Si decimos sí y no vamos, pidamos perdón a Jesús y rectifiquemos también.
Hoy Jesús quiere que pensemos en qué tenemos que rectificar, hayamos dicho previamente sí o no.
La Iglesia quiere recordarnos la importancia del arrepentimiento y de la rectificación.
Pon A LA ESCUCHA EL CORAZÓN ❤
María Dolores, virgen consagrada. Archidiócesis de Madrid.