20 DE OCTUBRE
Lc 12, 1-7
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No tenemos que tener miedo, nos dice Jesús.
Y añade "No tengáis miedo a los que matan el cuerpo y después de esto no pueden hacer más".
Es una clara alusión a los fariseos, que acabarían con Él.
Son las palabras de quien está preparado para la muerte: Jesús sabía que lo iban a matar y pensaría "¿Qué más pueden hacerme además de matarme? Matarán mi cuerpo pero no pueden hacerme nada más".
Es también la forma de razonar de los mártires y de los confesores de la fe: "Pueden matar mi cuerpo pero no pueden quitarme a Dios".
Es una forma de pensar inspirada por el Espíritu, El Cual también nos lleva a confiar en Dios totalmente y a tener la certeza de vivir en el Amor de Dios.
Es maravilloso saberse en manos de Dios, saber que somos sus criaturas y que, entendamos o no entendamos nuestra vida, Él está detrás de todo, todo tiene un porqué y nada está dejado al azar. Somos demasiado valiosos para Él.
De todo esto tiene que convencernos el Espíritu.
Él tiene que introducir en nuestra alma el Amor e instruirnos en la Sabiduría de sabernos amados y cuidados por Dios.
Hoy en mi oración de repente me fijé en la inscripción que hay en un confesionario: "Dejaos reconciliar por Dios".
A continuación miré al Crucifijo y pensé "Todo lo hace el Espíritu, nos une a Él y nos convierte si nos dejamos, también ora en nosotros con gemidos inefables".
La oración ha de ser un dejar orar al Espíritu que nos habita y que elimina en nosotros el miedo, porque el miedo es contrario al Amor, y que nos hace vivir en la confianza y en el Abandono.
Así el Espíritu hace realidad las palabras de Jesús "No tengáis miedo".
Es el Espíritu el que hace que no tengamos miedo. Pidámosselo.
María Dolores, virgen consagrada. Archidiócesis de Madrid.
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