26 DE OCTUBRE
Lc 12, 49-53
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"He venido a prender fuego en el mundo y ¡cuánto deseo que ya esté ardiendo! Con un bautismo tengo que ser bautizado ¡y qué angustia sufro hasta que se cumpla!"
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Cuando Jesús murió por nosotros, nos presentó al Padre como hermanos suyos, para que el Padre nos amara, y el Padre respondió amándonos en el Hijo.
Este Amor del Padre es el Espíritu, y es el fuego que Jesús ha traído a este mundo, para que arda de Amor.
El Espíritu es el Amor que se tienen el Padre y el Hijo y ambos han deseado desde toda la eternidad que el Espíritu venga a este mundo para que arda de Amor.
Tal era la pasión que el Hijo tenía por obedecer al Padre en este deseo de que el Espíritu viniera, que sentía angustia hasta que llegara el momento de poder entregarse en su Pasión.
Con su Pasión y Muerte no sólo nos presentó al Padre como hermanos sino que abrió los caminos de la santidad que brotan de su Corazón abierto, y el Padre envió así el Espíritu a la Iglesia, junto con el Hijo, para que puedan identificarse con el Hijo todos los hombres de todos los tiempos, y puedan así ser amados por el Padre en el Hijo, por medio del Espíritu, que obra la santificación.
La conversión que obra el Espíritu es tan radical que puede dividir a las personas, porque quien no es transformado por el Espíritu muchas veces no comprende a quien sí está siendo transformado por Él. Por eso dice Jesús: "No he venido a traer paz sino división".
El Espíritu viene a nosotros a unir, a unificar, a curar, sanar y transformar.
Pero la transformación puede ser tal que quien no la vive puede no entenderla.
La transformación del Espíritu comienza con el Bautismo, en el cual somos sumergidos en el Misterio Pascual, y se espera nuestra respuesta y docilidad a lo largo de nuestra vida para ser transformados en el Espíritu.
Tenemos que ser bautizados con el mismo bautismo con que fue bautizado Cristo -su Pasión, Muerte y Resurrección-, estamos llamados, por el hecho de estar bautizados, a identificarnos con Él a lo largo de nuestra vida y a ser hombres y mujeres nuevos en el Espíritu.
Ven Espíritu Santo!
María Dolores, virgen consagrada. Archidiócesis de Madrid.
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