25 DE FEBRERO
Mc 9, 2-10
El evangelio de este domingo nos narra la Transfiguración del Señor.
Jesús subió a un monte con Pedro, Santiago y Juan y se transfiguró delante de ellos.
Se aparecieron Elías y Moisés y se oyó la voz del Padre: "Éste es mi hijo amado, escuchadlo".
Pedro, Santiago y Juan se quedaron alucinados, no es para menos, y Jesús les pidió que no contaran a nadie lo sucedido hasta que resucitara.
Pensemos qué significa exactamente transfigurarse, significa cambiar de aspecto.
Jesús modificó su aspecto habitual y les mostró a Pedro, a Santiago y a Juan, en cierto modo, lo que es el Cielo.
El aspecto de Jesús cambió, dejando que apareciera su divinidad.
Dice el evangelio que sus vestidos resplandecían como ningún batanero del mundo puede dejarlos. La expresión es muy acertada, porque realmente aquella luminosidad no era de este mundo.
También se aparecieron algunos santos y se oyó la voz del Padre: "Éste es mi Hijo amado, escuchadlo".
Lo que me parece más llamativo es que Pedro, Santiago y Juan estaban borrachos de felicidad --también estaban un poco asustados -. Dice el evangelio que Pedro dijo "¡ Qué bueno es que estemos aquí!".
Hoy podemos reflexionar sobre la realidad del Cielo, la realidad de que existe una dimensión donde se encuentran Dios, los ángeles y los santos, una dimensión en la que viviremos la plenitud del Amor y a la cual estamos llamados.
También podemos reflexionar hoy sobre la realidad de lo sobrenatural en general, realidad con la cual convivimos habitualmente, aunque nuestros sentidos no lo vean.
Cuando celebramos la Eucaristía, cuando hacemos oración, cuando estamos delante del Señor en un Sagrario o en una Exposición, una cosa es lo que vemos y otra la realidad sobrenatural que se está dando allí: la Trinidad y el cielo presentes, y los ángeles adorando a Dios eternamente.
También en cualquier momento de la vida, una cosa es lo que vemos y otra es la realidad sobrenatural que se está dando allí: Dios presenciando todo de forma ininterrumpida, cuidando de sus criaturas y mirándolas.
Santa Teresa de Jesús decía que le pasmaban las cosas que suceden en el alma cuando Dios se entrega a la persona y la persona se deja amar por Dios.
Hoy podemos pedir tener más fe, porque la fe nos lleva al amor y el amor es santidad y fecundidad.
Hoy podemos reflexionar sobre la realidad de lo sobrenatural.
PON A LA ESCUCHA EL CORAZÓN ♥
María Dolores, virgen consagrada. Archidiócesis de Madrid.
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