sábado, 21 de abril de 2018

LA ESCUCHA DEL CORAZÓN ♥🙏🏻

22 DE ABRIL
Jn 10, 11-18



Hoy la Iglesia nos da como alimento espiritual el evangelio del Buen Pastor, que da su vida por las ovejas y las conoce.

También dice Jesús que tiene otras ovejas que no son de este rebaño.

También a éstas quiere atraerlas, para que escuchen su voz, y haya un solo rebaño y un solo pastor.

♥♥♥♥♥♥♥♥♥♥

En este domingo iv de Pascua, domingo del Buen Pastor, la Iglesia tradicionalmente celebra la jornada de oración por las vocaciones.

Hay tres grandes vocaciones en la Iglesia: laicos (solteros o casados), consagrados/as y ministros ordenados.

Hoy es un día muy bonito para dar gracias por la propia vocación, para sentirnos Iglesia y rezar por la respuesta que todos hemos de dar a Cristo por tanto Amor.

Esa respuesta ha de ser una respuesta de santidad, como nos está pidiendo el papa Francisco.

Todos estos días pasados hemos estado leyendo y meditando el Discurso del Pan de vida, discurso en el cual Jesús nos revela que Él es el Alimento que nos da la vida y que su carne es verdadera comida y su sangre verdadera bebida.

En este contexto celebramos la jornada de oración por las vocaciones y es un contexto muy apropiado, porque de la Eucaristía nace todo, toda la Iglesia con todos sus carismas y vocaciones.

Tenemos que vivir la vocación, cada uno la suya, instalados en la Eucaristía como Fuente de Amor que nos da la vida y que nos engendra cada día.

Porque en la Eucaristía recibimos el Cuerpo de Cristo y el Cuerpo de Cristo es la Iglesia.

Cuando comulgamos establecemos una relación íntima de Amor con Jesús y nos hacemos cada vez más Iglesia.

Vinculados unos con otros, todos construimos la Iglesia, porque todos comulgamos el Cuerpo de Cristo.

Entonces por amor nos preguntamos "yo al comulgar el Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia, ¿cómo me incorporo a la Iglesia? ¿qué miembro de este Cuerpo soy?".

Ésta es la pregunta que se hizo Santa Teresa del Niño Jesús y sintió que su vocación era el amor y que tenía todas las vocaciones.

La Comunión del Cuerpo de Cristo nos da mucha luz sobre nuestra vida.

Cristo se une a nosotros íntimamente en la Comunión: "El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él".

Establecemos por tanto una relación de unión con las Personas de la Trinidad y esto nos implica especialmente con Jesús, que nos pide una identificación total con Él.

Identificación que pasará por vivir su Pasión, Muerte y Resurrección.

Éste es el fondo de toda vocación: la identificación con Cristo, la santidad, como nos está pidiendo el papa Francisco.

Ésta tiene que ser nuestra vida: abrirnos a la santidad y a una vida de Amor con Cristo, viviendo con radicalidad el bautismo y siendo fieles a la propia vocación de casado, de laico en "busca" de pareja, de sacerdote, de consagrada...

¡Qué hermoso es vivir así la vocación, desde la relación de amor con Jesús en la intimidad del Sagrario y de la Comunión!

Demos gracias por tanto Amor y PONGAMOS A LA ESCUCHA EL CORAZÓN ♥

María Dolores, virgen consagrada. Archidiócesis de Madrid.


No hay comentarios :

Publicar un comentario