sábado, 30 de marzo de 2019

LA ESCUCHA DEL CORAZÓN ❤🙏🏻

31 DE MARZO
Lc 15, 1-3.11-32


El evangelio de hoy es la parábola del hijo pródigo, ese hijo  que pidió su herencia a su padre y la derrochó y que, cuando se quedó sin nada y se vio pasando necesidad, volvió de nuevo a casa de su padre, convencido de que iba a ser tratado como a un criado o como a un inferior, y se encontró con que su padre lo estaba esperando, lo abrazó, le regaló una túnica nueva y un anillo e hizo una fiesta.

No así su hermano, que no sólo no se alegró de su vuelta, sino que tuvo envidia por el recibimiento que su padre hizo al hijo pequeño.

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Este evangelio nos muestra qué es el pecado y cómo nos trata el Señor a los pecadores, que somos todos.

Como hemos dicho, la parábola de hoy es la parábola del hijo pródigo.

Pródigo significa derrochador. Es un adjetivo que se aplica a la persona que ha dilapidado su herencia hasta el punto de quedarse sin nada.

La historia del hijo pródigo es un ejemplo muy ilustrativo de lo que es el pecado, que siempre supone un desprecio de la gracia y de los tesoros que nos ganó Cristo en la cruz, un dilapidar nuestra fortuna y alejarnos del Corazón de Dios.

Porque, aunque lo relatado sobre el hijo pequeño nos recuerda más bien a personas muy alejadas de Dios, en realidad ese proceso que comienza por despreciar la herencia que nos ha ganado Cristo y la dignidad de hijos de Dios es el proceso de todo pecado.

Además de la historia del hijo pequeño, en esta parábola aparece también la pequeña historia del hijo mayor, que nos muestra otro aspecto del pecado que es la hipocresía, la cual tarde o temprano se pone de manifiesto, porque no hay nada secreto que no llegue a manifestarse.

La hipocresía la vemos en el hermano mayor al no alegrarse por la vuelta del hermano pequeño.

Es un feo pecado del cual tenemos que pedir al Espíritu Santo que nos libre: el parecer buenos pero en realidad no serlo.

El evangelio de hoy nos recuerda, pues, que todos necesitamos convertirnos.

Unos están muy lejos del Padre. Otros parece que estamos cerca pero en nuestro corazón puede haber falta de sinceridad y desprecio por el hermano.

Sea cual sea nuestro pecado, pidamos al Espíritu Santo que nos transforme el corazón, que reconozcamos nuestro pecado y que volvamos arrepentidos a Jesús.

Para ello, PON A LA ESCUCHA EL CORAZÓN ❤🙏🏻

María Dolores, virgen consagrada. Archidiócesis de Madrid.


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