Después del milagro de los panes y los peces, la gente observó que ni Jesús ni los discípulos estaban allí, y decidieron cruzar el lago en su busca.
Cuando llegaron, encontraron allí a Jesús, y le preguntaron qué debían hacer para que sus obras fueran las obras de Dios.
Jesús les contestó que tenían que creer en Aquél a quien Dios ha enviado. Es decir, que tenían que creer en Él.
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Nuevamente el evangelio nos sitúa y resitúa en la Persona de Jesús, que ha de ser nuestro centro y nuestra vida, nuestro camino y nuestro único referente.
Él es nuestro todo y la puerta de la salvación.
Nuestro encuentro con Él ha de ser decisivo y ha de edificar toda nuestra vida.
Él es la piedra angular, el camino, la verdad y la vida y, creyendo en Él, recibimos la salvación y realizamos las obras de Dios, porque el Espíritu viene a nosotros y dirige nuestra vida.
PON A LA ESCUCHA EL CORAZÓN 💛🙏🏻
María Dolores, virgen consagrada, archidiócesis de Madrid.
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