martes, 3 de agosto de 2021

 LA ESCUELA DEL ESPÍRITU SANTO 💘💘🙏🏻🙏🏻


Ayer a la salida de mi turno de adoración en "Cachito de Cielo" (es una capilla de adoración perpetua de Madrid), me encontré con una de las religiosas que viven en la casa donde está la capilla. La saludé y me dio las gracias "por mantener la capilla, junto con los demás adoradores". Incluso me contó que habían ido a las misas de una parroquia buscando adoradores. 


Entiendo su punto de vista y le agradezco muy vivamente su gratitud (valga la redundancia), pero, mientras la escucho, algo "no me cuadra" en mi interior: Lo que me nace es pensar "¿Agradecida usted? Pero... Si soy yo la que está agradecida por poder venir aquí...".


Cuando termina de hablar, le digo de sopetón "Es un privilegio ser adoradora". Me falta desarrollar el pensamiento completo: "Es un privilegio que Dios se deje adorar por este trozo de miseria y poder venir aquí a recibir paz y a recibir gracias y a rezar por la gente".


No sé si la religiosa me ha oído o me ha entendido, y hago algo muy típico mío, algo que mis alumnos y mi madre me dicen a menudo, y es que repito las cosas, se lo vuelvo a decir: "Es un privilegio". Esta segunda vez se lo vuelvo a decir nuevamente "en la versión reducida", sin las explicaciones adicionales, me las guardo para mí.


Me brota como un torrente del alma esa idea, que es un privilegio. Es verdad que damos nuestro tiempo pero el Espíritu Santo nos impulsa a ello y, finalmente, somos unos privilegiados por ser llamados a adorar.


La religiosa y yo nos despedimos.


Le doy gracias al Espíritu Santo.


María Dolores, virgen consagrada, archidiócesis de Madrid 💘🙏🏻 

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