8 DE AGOSTO
MARTES XVIII T.O.
Mt 14, 23-36
Me llama mucho la atención que sucedan tantas cosas en un texto tan breve.
Primero Jesús sube al monte a orar, mientras los discípulos están en la barca en medio de la tormenta.
Después Jesús va hacia ellos andando sobre el agua y los discípulos se asustan porque creen que es un fantasma.
Jesús les calma y Pedro le pide ir hacia Él pero, una vez andando sobre el agua, se asusta y se hunde.
Tras este suceso, subieron a la barca, amainó el viento y los discípulos se postraron y lo adoraron.
El tema de este evangelio es el miedo.
La verdad es que es difícil explicar esta fuerte emoción que a veces nos domina.
Sabemos que el miedo es contrario al amor. Yo más bien creo que el miedo nos impide amar porque se nos dispara nuestro mecanismo de vigilancia natural y no podemos atender a nada más.
A veces vemos fantasmas por todas partes. Nos pasa como a los discípulos: se les acerca Jesús y creen que es un fantasma.
Estaban en apuros en medio de una tormenta y Jesús había guardado silencio.
Muchas veces también nos sucede esto: estamos en apuros y Jesús guarda silencio.
Este evangelio muestra diversas situaciones que vivimos en la vida cotidiana, también cuando ponemos la esperanza en nuestras propias capacidades, como Pedro, que se lanza a andar sobre el agua y se hunde cuando duda, porque deja de confiar.
¡Qué mala cosa es vivir con miedo!
Dice el evangelio que "en cuanto Jesús y Pedro subieron a la barca amainó el viento y los de la barca se postraron diciendo "Realmente eres Hijo de Dios"". Esto nos da una pista de qué hemos de hacer con el miedo, según el Evangelio: hacer la travesía de la vida con Cristo.
El miedo no es ni bueno ni malo en sí, bien vivido puede convertirse en prudencia o en valentía, pero nos hace sufrir cuando es excesivo, y nos impide amar y vivir el presente.
No podemos dejar de vivir con miedo, porque en cierto modo es algo natural, pero sí podemos introducir en nuestra vida pautas evangélicas para "manejar" nuestros miedos y desear que la gracia los elimine para dar paso a la santidad. (Estoy pensando en los mártires... ¿Qué harían con su miedo antes de ser martirizados? Sin duda ya vivían más en Dios que en sí mismos).
Las pautas que nos da el Evangelio son tan antiguas como el propio Evangelio: son la oración, la confianza, la fe, el desechar las dudas.
Hoy la Iglesia nos da esta Palabra para que escuchemos las palabras de Jesús en la oración y hagamos con ellas LA ESCUCHA DEL CORAZÓN ❤ hasta que calen en el alma: "¡ No tengáis miedo!"
🙏
María Dolores, virgen consagrada. Archidiócesis de Madrid.
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