7 DE SEPTIEMBRE
JUEVES XXII T.O.
Lc 5, 1-11
Jesús predicaba junto al lago de Genesaret. La gente se agolpaba en torno a Él y Él entonces se subió a la barca de Pedro y predicaba desde allí.
Después de predicar, le dice a Pedro que reme mar adentro y que eche la red.
Pedro estaba desanimado porque la pesca de ese día había sido infructuosa. Aun así le dice a Jesús "Por tu palabra echaré las redes".
La pesca fue tan abundante que las redes se rompían, y Pedro, al ver el milagro, se postró y le dijo a Jesús "Apiádate de mí, que soy un pecador".
Santiago y Juan, que eran compañeros de Pedro, también estaban sobrecogidos al ver la pesca milagrosa.
Jesús quería ganar el corazón de Pedro, Santiago y Juan e hizo un signo para conmoverlos, el signo de la pesca milagrosa.
Hace 22 años el Señor me hizo una gracia muy grande, me ofreció su mano llagada y en sus Llagas me sentí curada.
Fue una propuesta esponsal y una invitación a estar en la Iglesia de forma íntima y con un vínculo más estrecho.
También a Pedro, Santiago y Juan se les dio un signo para que formaran parte de la Iglesia de forma más plena, hasta el punto de que su papel fuera determinante.
La pesca milagrosa es un signo que arroja luz sobre la vocación de los apóstoles, pues los peces significan los hijos de la Iglesia que habían de venir, los hombres que estos pescadores habían de pescar para la barca de la Iglesia.
Hoy podemos pedir al Señor que nos dé luces para saber cuál es su voluntad sobre nosotros.
Él desea tocar nuestro corazón para que nos convirtamos y, si ponemos A LA ESCUCHA EL CORAZÓN ❤, seguro que Jesús nos muestra su voluntad.
Los signos no hemos de exigirlos pero sí podemos pedirlos con humildad para tener luces.
Cuando Jesús nos dé a conocer su voluntad mediante un signo, hemos de ser humildes y responder con humildad, como Pedro: "Apártate de mí que soy un pecador".
Si deseamos saber la voluntad del Señor rectamente y si somos humildes, Él nos la dará a conocer, si estamos dispuestos a seguirlo.
Pongamos EL CORAZÓN A LA ESCUCHA ❤, pues también nosotros, por estar bautizados, estamos llamados a ser pescadores de hombres, que no es otra cosa que vivir una vida de amor sincero a los demás.
María Dolores, virgen consagrada. Archidiócesis de Madrid.
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