LA ESCUCHA DEL CORAZÓN ♥♥🙏🏻🙏🏻
24 DE OCTUBRE
Lc 12, 35-38
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Jesús nos insta hoy a tener ceñida la cintura y encendidas las lámparas.
Ceñida la cintura porque las túnicas se llevaban ceñidas y el cinturón se quitaba para dormir.
Encendidas las lámparas porque éstas se apagaban para dormir.
Jesús nos aconseja que estemos despiertos, pues en la vida espiritual el sueño significa retroceder en el amor.
También nos aconseja Jesús que lo esperemos como se espera en la noche a quien no se quiere hacer esperar cuando llegue.
Hay una alusión clara a Jesús, como Aquél a quien hemos de esperar siempre, pues se dice que hay que esperar como se espera al señor que viene de la boda. Y Jesús es el Señor que viene de la boda porque siempre y permanentemente se une a nosotros en cada Eucaristía, que es una Boda.
Jesús nos dice que, si nos encuentra así, esperándolo, Él mismo se pondrá a servirnos.
Este evangelio es muy rico, profundo y sugerente.
Jesús nos habla de la noche espiritual por la que todos hemos de pasar.
Es la noche de los sentidos, en la que vivimos sólo de fe. ¿Quién no se ha sentido en su vida a oscuras, viviendo sólo de fe?
Jesús nos visitará de vez en cuando y tiene que encontrarnos firmes en la fe, en la esperanza y en el amor. Para ello tenemos que perseverar en la oración aunque estemos a oscuras.
Jesús valora mucho vivir de fe. Es un amante celoso y desea saber si somos fieles en su ausencia, esto es vivir de pura fe.
También sus "ausencias" tienen el objeto de purificarnos para valorar más su Amor.
Jesús nos dice que, si cuando llegue, nos encuentra esperándolo, Él mismo nos servirá. Esto lo decía santa Teresa de Jesús, ella decía que, a quien se le entregaba totalmente, Él también se entregaba totalmente a esa persona, de tal forma que se intercambiaban los papeles y Él llegaba a convertirse en servidor.
También dice el Evangelio "Si el señor llega en la segunda o en la tercera vigilia, bienaventurados a los que encuentre así".
La segunda o la tercera vigilia es la madrugada, muy entrada la noche. También ahí tenemos que seguir con la lámpara encendida. Es una noche más profunda. El espíritu se queda a oscuras y siente que se le pide algo que no es capaz de dar. Es la cruz y sólo la infancia espiritual sirve en esta oscuridad.
Es el Abandono el que mantiene la luz de la lámpara.
Cuando uno siente que no sabe nada ni puede nada, sólo puede arrojarse confiado en los brazos de Dios.
Yo me siento así. Y siento que a oscuras estoy en el Corazón de Jesús y que ahí me alimento y vivo.
María Dolores, virgen consagrada. Archidiócesis de Madrid.
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