4 DE NOVIEMBRE
Lc 14, 7-11
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En el evangelio de hoy Jesús nos dice que el que se ensalza será humillado y el que se humilla será enaltecido.
Es como si el universo entero estuviera sometido a una "ley" por la cual no se le puede quitar a Dios ni una pizca de su gloria.
El que es soberbio, aparte de ser muy infeliz, se atribuye a Dios un mérito que no es suyo, porque todo viene de Dios.
Entonces la Providencia se encarga de corregir esa vanagloria, también para corregir a la persona y ponerla en el camino de la santificación, si se deja.
Jesús nos explica todo esto con el ejemplo de una boda. Él nos aconseja sentarnos en los últimos puestos del banquete, porque es bochornoso sentarte en un buen sitio y que te levanten de ahí porque no te corresponde.
Esto es lo que hace el Señor con quien es soberbio: la Providencia le va enseñando, si es que está dispuesto a aprender.
Es muy importante la humildad, porque nos sitúa en la verdad de lo que somos, pobres criaturas amadas por Dios sin ningún mérito.
Somos amados por Él gracias a su Misericordia.
Ésta es la actitud que tenemos que tener siempre y que nos ayudará a vivir bien cada Eucaristía, que es una boda a la que hemos de presentarnos con humildad, para que Jesús se nos entregue.
María Dolores, virgen consagrada. Archidiócesis de Madrid.
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