LA ESCUCHA DEL CORAZÓN ♥🙏🏻
10 DE MARZO
Lc 18, 9-14
Subieron al Templo a orar un fariseo y un publicano.
El fariseo expuso ante Dios todos sus méritos: sus ayunos y limosnas.
El publicano se puso ante Dios y le suplicaba su perdón reconociéndose pecador.
Nosotros debemos ser humildes y, como la humildad es la verdad, reconocernos pecadores, que es lo que somos.
Nuestro único mérito es ser hijos de Dios y eso no es mérito nuestro sino regalo de Dios.
Es verdad que somos libres para amar o no amar a Dios y a los hermanos, y eso es meritorio, pero, como el amor no busca los méritos sino entregarse, no debemos sustentarnos en nuestros méritos, si es que los tenemos, sino buscar entregarnos.
Los méritos son un cimiento muy débil y engañoso, que no sostiene más que al orgullo.
El amor busca entregarse y nuestros méritos, si los tuviéramos, son una gotita frente al Amor de Dios que es infinito.
Son mucho mayores nuestros pecados, que pusieron a Cristo en la cruz.
No debemos fijarnos en nuestros méritos pues son mínimos. Ante Dios sólo somos pobres pecadores. Es ilusorio pensar que podemos presentarnos ante Dios con méritos. Es como si un niño le da a su padre una pelota de goma. El padre la coge y sonríe.
María Dolores, virgen consagrada. Archidiócesis de Madrid.
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