martes, 20 de marzo de 2018

LA ESCUCHA DEL CORAZÓN ♥🙏🏻

21 DE MARZO
Jn 8, 31-42



Hoy Jesús nos habla de la filiación divina, de la maravilla de ser hijos de Dios.

Dice Jesús a los judíos: "Todo el que comete pecado es esclavo. El esclavo no se queda en casa para siempre, el hijo se queda para siempre".

Jesús nos libera del pecado, pero esa liberación no se queda "sólo" en liberación, a continuación se convierte en filiación divina.

Dejamos de ser eslavos y nos convertimos en hijos, igual que si estuviéramos presos y alguien pagara un rescate por nosotros y a continuación nos adoptara.

Me viene a la memoria la película Ben-Hur. El protagonista es liberado de la esclavitud por un general romano y a continuación lo adopta como hijo.

Jesús también dice a los judíos: "Si el Hijo os hace libres seréis realmente libres".

Es el Hijo de Dios el que nos libera del pecado, por eso nuestra liberación es efectiva y total.

El Hijo cumple el encargo del Padre, nos libera y nos presenta al Padre como hermanos.

Tanto el Padre como el Hijo tienen una unidad total de deseos y un Único Deseo de introducirnos en la vida trinitaria como hijos de Dios y hermanos de Jesús, reunidos y habitados por el Amor que es el Espíritu.

Jesús también dice a los judíos "Si Dios fuera vuestro Padre me amaríais, porque yo salí de Dios".

Pidamos al Espíritu que nos convierta y que disponga nuestro corazón al Amor de Dios, para vivir la filiación divina y la fraternidad con todos los hombres nuestros hermanos.

Vivir la filiación divina es identificarnos con el Hijo y ser como Él: es obedecer al Padre hasta la cruz, acogiendo a todos los hombres en el corazón.

María Dolores, virgen consagrada. Archidiócesis de Madrid.


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