16 DE ABRIL
Jn 6, 22-29
Después del milagro de la multiplicación de los panes y los peces Jesús fue hacia sus discípulos, que estaban embarcados, andando sobre el agua.
Al día siguiente, la gente, al no ver a Jesús, se preguntaba cómo se habría ido de allí, pues sólo había una barca y habían visto a los discípulos irse en ella solos.
La gente siguió a Jesús hasta la otra orilla del lago y, al encontrarlo, le preguntaron cómo había llegado allí.
Jesús les dice que se esfuercen por encontrar el alimento que da la vida eterna y que la voluntad de Dios es que crean en Él.
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La gente se esforzaba por seguir a Jesús. Hoy habría que hacerlo en vacaciones o pedir permiso en el trabajo.
La gente lo seguía como quien no tiene nada que hacer. Esto siempre me ha impactado: se iban detrás de Él miles de personas durante días. Debía de ser algo escandalosamente llamativo.
Se iban detrás del Señor sin medios y sin nada. Si tenían que andar andaban. Si tenían que embarcarse se embarcaban.
Hoy podemos preguntarnos qué hacemos nosotros para seguir a Jesús, qué medios ponemos y a qué estamos dispuestos a renunciar.
Jesús les dijo a los que lo seguían que se esforzaran por encontrar el alimento que da la vida eterna.
Nosotros podemos preguntarnos si deseamos recibir a Jesús en la Comunión.
Si preparamos interiormente cada Comunión a lo largo del día.
Si pensamos en el momento de la Comunión como algo esperado.
Y si alimentamos en nuestro interior el deseo de que llegue ese momento, con mayor consciencia, con más amor, con más deseo.
También podemos cuidar, tras la Comunión, estar por fin con Jesús y PONER A LA ESCUCHA EL CORAZÓN ♥
María Dolores, virgen consagrada. Archidiócesis de Madrid.
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