29 DE ABRIL
Jn 15, 1-8
Jesús dice:
🕯"Yo soy la vid y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento que no da fruto lo arranca y al que da fruto lo poda para que dé más fruto".
También dice:
🕯"Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí".
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Hay algo muy hermoso y muy profundo en esta comparación que hace el Señor de sí mismo con una vid porque la vid nos recuerda al Árbol de la Cruz y su fruto nos recuerda al fruto eucarístico del Árbol de la Cruz, que es la Sangre de Cristo bajo las especies de pan y vino.
Los sarmientos somos nosotros, las ramas de la vid, de las cuales penden los frutos por estar unidas a la vid.
Pues, como dice Jesús, los sarmientos, si se cortan, se secan y mueren. Así es nuestra vida si no estamos unidos a Cristo: una vida estéril, sin fruto, sin brillo, sin amor.
Unidos a Cristo estamos en manos del Padre, que, en su poder creador, nos poda para que demos fruto.
Es necesaria la poda, que son las épocas de oscuridad y de cruz, porque no es posible que seamos los brazos de la cruz y que nuestras venas estén obstruidas.
La savia, que es la Sangre de Cristo, tiene que llegar a través de nuestra madera de sarmiento inútil y hacerse fruto alimentándonos al mismo tiempo a nosotros y a nuestros hermanos.
No puede haber ningún recoveco de nuestro ser que no se haya purificado hasta formar parte de la cruz, hasta ser la cruz misma de Jesús, hasta estar unidos a Él como dice el evangelio: "El que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante".
Para eso sirve la poda, para recomponer nuestro interior y hacerlo apto para que por nuestras venas corra la Sangre de Cristo.
Las épocas de dolor y de cruz son duras pero nos hacen aptos para el amor y para ser portadores eucarísticos del Amor de Dios en forma de amor.
Somos los brazos largos del Señor y los brazos largos de la cruz, a través de los cuales circula la Sangre de Cristo y llega a todas partes regando el suelo y dando frutos.
Si la sangre de mártires siempre ha dado fruto, imagina la Sangre de Jesús dando testimonio del Padre, que llega a todos por el crecimiento del Amor del Espíritu, una vez practicada la poda de la humildad que nos hace decir "Sólo soy un pobre sarmiento".
PON A LA ESCUCHA EL CORAZÓN ♥
María Dolores, virgen consagrada. Archidiócesis de Madrid.
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