30 DE ABRIL
Jn 14, 21-26
Dijo Jesús "El que me ama guardará mi palabra y mi Padre lo amará y vendremos a él y haremos morada en él".
¡Qué palabras tan hermosas! Siempre me recuerdan que somos templos de la Trinidad.
Es una pena porque a menudo esta verdad tan preciosa y tan profunda la oímos como quien oye llover.
Creo que la santidad implica ser conscientes de esto, de que somos Templos de la Trinidad y de que los demás también lo son o están llamados a serlo.
Esto tiene que llevarnos a amar a Dios presente en tu alma y en la mía, y a amar los hermanos, en los cuales habita Dios, o que están llamados a ser habitados por Él.
Pidamos al Espíritu ser conscientes de ello, de la Presencia de la Trinidad en nuestra alma, para ser personas contemplativas, y también ser conscientes de la Presencia de la Trinidad en el alma de los demás, para contemplar a Dios en ellos y amarlos en Dios.
Ser conscientes de la presencia de la Trinidad en el alma es una gracia grande, que ayuda a ser contemplativos.
También esta consciencia aporta serenidad, pues la persona se sabe habitada y el Espíritu va conquistando la afectividad.
Pidamos al Espíritu que nos recuerde que las Tres Personas están siempre contigo y conmigo, amándose y amándote.
PON A LA ESCUCHA EL CORAZÓN ♥
María Dolores, virgen consagrada. Archidiócesis de Madrid.
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