5 DE JULIO
Mt 9, 1-8
El evangelio de hoy nos relata que a Jesús le presentaron un paralítico y que primero le perdonó los pecados y después le curó de la parálisis diciéndole "Levántate y echa a andar".
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Eso es lo que sucede cuando nos acercamos al sacramento de la confesión. Jesús nos dice "Tus pecados son perdonados" y a continuación nos dice "Levántate y echa a andar".
La curación del paralítico refleja muy bien y de forma plástica lo que sucede en el alma cuando es tocada por la gracia en la confesión.
También aparecen bien caracterizados los efectos del pecado en el alma, expresados en la parálisis del enfermo.
La condición de un enfermo de parálisis expresa muy bien nuestra condición de pecadores y los efectos del pecado.
Éste nos impide progresar adecuadamente, caminar al ritmo de la gracia, ser independientes.
El pecado hace que necesitemos ser llevados, se nos nubla la visión, se atrofian nuestras potencias y no podemos caminar.
Perdemos visión y agilidad. Nos cuesta ver al prójimo como es, a Dios como es, a nosotros mismos como somos, ante Dios y ante el hermano.
La confesión de los pecados necesariamente nos devuelve a la realidad, viviendo en la humildad de lo que somos, pobres criaturas necesitadas de Dios y del hermano.
La gracia nos capacita para recuperar movilidad y proseguir el camino con gratitud.
PON A LA ESCUCHA EL CORAZÓN ❤🙏🏻
María Dolores, virgen consagrada. Archidiócesis de Madrid.
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