miércoles, 15 de agosto de 2018

LA ESCUCHA DEL CORAZÓN ❤🙏🏻

16 DE AGOSTO
Mt 18, 21-30.32-35


En el evangelio de hoy Jesús cuenta una parábola en la que un señor exige una deuda a un criado, éste le suplica  que le perdone y el señor se apiada y le perdona.

Después de ser perdonado por su señor, este hombre que ha sido perdonado se niega a perdonar una deuda mucho menor que le debe a él un compañero, el cual le rogaba con insistencia y de rodillas que le perdonara, diciéndole "Ten paciencia conmigo".

El señor se enteró de la poca misericordia del criado al que él había perdonado e, indignado, le dijo "¿No debías tener tú también compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?".

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Este evangelio se puede resumir en la petición que hacemos en el padrenuestro, cuando le decimos a Dios Padre: "Perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden".

Antiguamente se vería incluso mucho más claro, cuando rezábanos "Perdona nuestras deudas como nosotros perdonamos a nuestros deudores".

En el evangelio de hoy se nos recuerda la razón profunda del perdón: perdonamos porque primero se nos ha perdonado a nosotros, se nos han perdonado de entrada todos los pecados, desde antes incluso de nacer y de que cometamos todos los pecados que podamos cometer, se nos ha dado el perdón de todos los pecados, si nos arrepentimos y pedimos perdón.

Cuando pecamos hemos de pedir perdón, pero ya de entrada, por el Sacrificio del Hijo de Dios, tenemos el perdón de todos los pecados.

Por eso hemos de perdonar, porque a nosotros se nos perdonado todo.

Y a los que nos ofenden también se les ha perdonado todo, si piden perdón.

Esto de pedir perdón no es algo menor. Tenemos que reflexionar no sólo sobre a quién hemos de perdonar sino también sobre a quién hemos de pedir perdón.

PON A LA ESCUCHA EL CORAZÓN ❤🙏🏻

María Dolores, virgen consagrada. Archidiócesis de Madrid.


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