Hoy celebramos la fiesta más grande de toda la cristiandad. Celebramos que Jesús venció a la muerte y que vive eternamente intercediendo por nosotros ante el Padre.
Tenemos que celebrarlo mucho mucho mucho, aunque estemos recluidos en nuestras casas.
Deberíamos salir a una hora determinada y aplaudir los cristianos en nuestras ventanas 👏🏻👏🏻 para expresar nuestro gozo por la Resurrección de Cristo.
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El evangelio de hoy es precioso. Narra que María Magdalena fue al sepulcro el primer día de la semana, que para ellos era el domingo, y que vio quitada la losa.
Corrió adonde estaban Pedro y Juan para decírselo, y éstos a su vez fueron corriendo al sepulcro.
Juan llegó primero al sepulcro pero no entró. Detrás llegó Pedro, que sí entró.
Vieron las vendas que habían cubierto el cuerpo de Jesús, y el sudario que había envuelto su cabeza, enrollado aparte.
Si se hubieran llevado el cuerpo de Jesús, ¿qué sentido tendría entretenerse a quitarle las vendas y el sudario?
Juan nos dice que él, al ver las vendas y el sudario, creyó.
Nosotros también creemos: Jesús ha resucitado y está contigo y conmigo en tu casa y en la mía, en cada casa, presente en cada alma en gracia.
Y nos espera en cada Sagrario y en cada Comunión cuando acabe la pandemia.
Cuando Jesús resucitó, los apóstoles y los discípulos estaban encerrados en sus casas, como nosotros. Ellos por miedo a los judíos. Nosotros por la pandemia.
La primera Pascua de la historia comenzó como la nuestra: casi privadamente.
Fue en Pentecostés cuando salieron felices a mostrar su alegría.
Preparémonos pues para Pentecostés: celebremos la Resurrección en casa y comencemos a invocar al Espíritu Santo.
Sigamos preparando nuestro corazón para la venida del Espíritu.
Este año el Espíritu nos traerá más que nunca la salud y la fe, la esperanza y el Amor de Dios.
PON A LA ESCUCHA EL CORAZÓN 💖💖
María Dolores, virgen consagrada, archidiócesis de Madrid.
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