En en evangelio de hoy Jesús dice que no está bien la forma de comportarse de los maestros de la ley, pues les gusta ser saludados con todo respeto y ocupar siempre los mejores asientos, es decir, buscaban su propio honor y reconocimiento.
Frente a este comportamiento, Jesús se fija en una pobre viuda, que echa en el arca de las ofrendas, como donativo, un par de monedas.
Jesús se da cuenta del valor de esta ofrenda, pues esta mujer echó lo que tenía para su propia necesidad, mientras que otros echaban mucho más, pero echaban de lo que la sobraba.
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Lo importante del evangelio de hoy es que quiere recordarnos que lo que importa es la actitud del corazón, la cual sólo Dios conoce.
A veces podemos hacer cosas que externamente parecen no tener importancia como escoger unos asientos u otros, o hacer un pequeño donativo.
Sin embargo, Dios ve la actitud del corazón y eso cambia por completo la valoración de los hechos.
Algo aparentemente sin importancia como escoger un asiento puede convertirse en una muestra de soberbia ante Dios.
Y, al revés, hacer un pequeño donativo puede ser un gran acto de Amor de Dios.
Lo que hoy tenemos que recordar es que Dios ve nuestro corazón y sabe cuál es nuestra intención y por qué hacemos las cosas, y es ahí donde realmente reside el valor de nuestros actos.
Tengamos una intención recta y vivamos tranquilos cara a Dios.
María Dolores, virgen consagrada, archidiócesis de Madrid.
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