jueves, 24 de agosto de 2017






Mirando al Sagrario me quedo muda.
Muda y pacificada, sinceramente
inquieta. Arrojada en tus brazos
como pluma, inexplicablemente
muda, como si una sentencia
me condenara al silencio puro
y extrañamente suave, silencio
comunicador de Amor.

Mirando al Sagrario te percibo,
Soledad de la única Compañía,
entrando en el secreto de mi noche,
místicamente solicitada en el silencio
de la plena plenitud del divino
Misterio, que se desborda suave,
diciéndolo todo, todo lo que será
descifrado en la plenitud del tiempo.

Mirando al Sagrario me reúnes,
se reúne la Trinidad y la Iglesia
y me convocas, tu Corazón succiona
mi ser de consagrada y, bebiendo
de tu Cáliz, participo
de tu pecho redentor, vivo y
habito, participo de la Iglesia
toda, así me haces madre entrando
donde comulgo y resucito.


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