2 DE SEPTIEMBRE
SÁBADO XXI T.O.
Mt 25, 14-24.27-28
❤❤❤❤❤❤❤❤❤❤❤
Hoy el evangelio nos presenta la parábola de los talentos.
Un talento era una unidad de medida monetaria que equivalía a unos 60 kg de plata.
Un señor partió de viaje y dejó a sus siervos al cuidado de sus bienes.
A uno le dejó 5 talentos y ganó otros 5. A otro le dejó 2 y ganó otros 2. A otro le dejó 1, pero éste guardó el talento y no hizo nada más.
Cuando volvió el señor, se enfadó con este criado por no haber negociado con el talento de su señor.
La Iglesia en los últimos días nos está hablando continuamente del final de nuestra vida.
Los talentos son todas las cosas que nos ha dado Dios, no sólo las cualidades físicas, psicológicas y mentales, sino también las circunstancias en las que hemos vivido y también las gracias recibidas.
La pregunta será muy simple: ¿Qué has hecho con todo eso?
En realidad es una pregunta que podemos hacernos en cualquier momento de nuestra vida, periódicamente o de vez en cuando.
Más allá de lo que hayamos producido - que en realidad sólo Dios lo sabe, y sólo a Dios le corresponde juzgarlo, no a nosotros, porque una persona puede haberse pasado la vida rezando y parece que no lleva nada en las manos y sin embargo ha producido mucho fruto - creo que lo importante es no haber sido holgazanes y haber cumplido la voluntad de Dios.
Esto es lo que le recrimina el señor a este criado: "Eres un siervo negligente y holgazán".
San Juan de la Cruz decía "Al atardecer de la vida te examinarán del amor". Este evangelio recrimina sobre todo la pereza y muchas veces no se asocia la pereza con la falta de amor, pero así es.
Lo que se nos pide es que no seamos perezosos y que hagamos lo que tengamos que hacer y que no pensemos que ahí no hay falta de amor, pues sí la hay.
Todos necesitamos tiempos de descanso pero también tenemos que trabajar y poner medios para hacer lo que Dios nos pide.
Lo que no se haga quedará sin hacer y o bien tendrá que hacerlo otra persona o bien el plan de Dios sobre ti quedará cortado.
Habrá muchas palabras sin decir, gestos sin expresar, situaciones vividas sin paz.
Y, sobre todo, quien no es diligente y trabajador no vive a gusto ni reza a gusto ni se desarrolla cono persona, porque se ha ido ocultando tras el agobio y la desmotivación, y ahí no está el amor sino la defensa y el ataque.
Este evangelio nos recuerda que tenemos que hacer la voluntad de Dios y desarrollarnos como personas y que el amor tenemos que vivirlo tanto en el descanso como en el trabajo, pues ahí encontramos la cruz de Jesús.
Quien no trabaja se cierra a la vida y no puede hacer LA ESCUCHA DEL CORAZÓN ♥
María Dolores, virgen consagrada. Archidiócesis de Madrid.
No hay comentarios :
Publicar un comentario