18 DE SEPTIEMBRE
Lc 7, 11-17
Iban a enterrarlo y Jesús se encontró con la comitiva fúnebre y se compadeció de la madre del joven, pues era hijo único y ella era viuda.
Entonces, acercándose al ataúd, dijo "Muchacho, levántate", el muerto se incorporó y Jesús se lo entregó a su madre.
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Me llama la atención que dice el evangelio que Jesús se compadeció de la madre del joven porque era viuda y su hijo era hijo único. Esto significaba que se quedaba sola en la vida y sin posibilidad ni siquiera de mantenerse, quedaba a merced de las limosnas y de la caridad o de que alguien quisiera casarse con ella.
Pero lo peor es que se quedaba sola, sin el afecto y el cariño de nadie.
Esta mujer iba llorando tras el cadáver de su hijo, su situación era dramática y ni se le habría ocurrido pensar que Jesús iba a resucitar a su hijo. Estaba todo perdido y su corazón destrozado.
Sin embargo Jesús dice el evangelio que se compadeció de ella.
Tenemos que tener esperanza. Cuando a veces lo vemos todo perdido y sin solución, tenemos que ponernos ante el Señor y, si nos sale llorar, llorar.
Jesús se compadece de nosotros si nos ponemos ante Él con sinceridad y ve que estamos sufriendo y que los motivos de nuestro sufrimiento son justos y que no podemos más.
PON A LA ESCUCHA EL CORAZÓN ❤🙏🏻
María Dolores, virgen consagrada. Archidiócesis de Madrid.
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