8 DE NOVIEMBRE
Lc 15, 1-10
Jesús compara esta alegría con la alegría que hay en el cielo cuando se convierte un pecador y nos dice que hay más alegría en el cielo por un pecador que se convierte que por 99 justos que no necesitan convertirse.
❤🙏🏻❤🙏🏻❤🙏🏻❤🙏🏻❤🙏🏻
Con estas palabras de Jesús se nos muestra la maternidad de la Iglesia, reflejo de la paternidad-maternidad de Dios.
La Iglesia es nuestra Madre porque en ella nacemos a la vida de la gracia por el Bautismo y en ella crecemos gracias a los demás sacramentos.
La Iglesia nos anima y exhorta continuamente a la conversión por medio de sus pastores y mediante el ejemplo de María y de los santos.
Cuando esto sucede, cuando la Iglesia nos predica la conversión por medio los pastores y del testimonio de la vida de María y de los santos, nos habla por medio de Cristo, es Cristo quien nos pide la conversión, y su Espíritu se sirve de ellos para decírnoslo.
Cuando se nos pide la conversión, toda la Iglesia espera con gozo nuestro sí y rebosará de gozo con nuestro sí.
De este modo, toda la Iglesia vive una tensión de Amor pues, imbuida por el Amor del Espíritu, espera a todos los pecadores como una madre, con los brazos abiertos.
Del mismo modo, también nosotros participamos de la maternidad de la Iglesia cuando nos preocupamos por la santidad de todos y cuando nuestra vida, sin pretenderlo nosotros, anima a otros a la conversión, porque es el Espíritu, como Autor de la Vida, el que actúa a través de nosotros.
Ésta es la vocación de todos pero especialmente de sacerdotes y consagradas: vivir en una tensión de amor ansiando el regreso y la conversión de todos los pecadores, rezando y trabajando por ello y para ello.
Este deseo de que todos se conviertan nos tiene que llevar a todos a una continua conversión personal.
PON A LA ESCUCHA EL CORAZÓN ❤🙏🏻
María Dolores, virgen consagrada. Archidiócesis de Madrid.
No hay comentarios :
Publicar un comentario